Marsans fundió Aerolíneas -en complicidad con los funcionarios del estado argentino que estaban en el directorio y avalaron todos y cada uno de los balances-. Así se llegó a la astronómica deuda actual, de 890 millones de dólares, inflada por “préstamos” entre las propias empresas del Grupo Marsans. Después, cuando ya la empresa estaba reventada, con la mayoría de sus aviones sin poder volar y con los empleados sin cobrar por dos meses, Marsans se la “devolvió” al Estado. Por eso no hay que reconocer un peso de esa deuda fraudulenta. Y la parte de la deuda operativa (pasajes sobrevendidos, alquileres de aviones atrasados, deuda de combustible) hay que “cargársela” a Marsans, cobrándosela con las otras empresas del grupo que operan en la Argentina.
El gobierno además va a comprarle la parte de acciones a Marsans. Nos oponemos rotundamente: hay que expropiar la compañía por incumplimiento manifiesto de contrato. Estos serán auténticamente los verdaderos pasos para “sanear” la empresa, y no como se intenta hacer ahora, cargando el costo sobre las espaldas de los trabajadores.
También hay que dejar claro el futuro, porque ya hay muchas voces (tanto del gobierno como de algunos de los burócratas de los propios gremios aeronáuticos, como Cirielli), que ya están hablando de “volver” a privatizar la empresa, una vez que esté presentable.
La única salida es una Aerolíneas estatal, gestionada por sus trabajadores, que establezca un plan racional de recuperación de la empresa, recuperando la calidad de los vuelos internacionales y de los destinos de cabotaje rentables, para con ello financiar la llegada del avión a todos los lugares del país, a tarifas accesibles que permita que haga que los sectores populares puedan también acceder al transporte aéreo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario