La culpa es de los gobiernos
No de los inmigrantes
Han aparecido argumentos xenófobos. Se quiere convencer a los trabajadores que los responsables de la miseria, la falta de vivienda, trabajo y la inseguridad y serían los inmigrantes de países limítrofes. Se busca así desviar la atención sobre los grandes negocios, los pagos de la deuda y la complicidad de los gobiernos.
Terminado el censo de ocupantes del Parque Indoamericano, los números son escalofriantes: más de 13.000 personas reclamando desesperadamente un lugar donde vivir. Mientras tanto, desde la represión realizada por la Policía Federal hasta los ataques perpetrados por barrabravas liderados por punteros macristas, ya se suma tres muertos y, horrorosamente, un “desaparecido”, visto por última vez cuando fue bajado de una ambulancia y presuntamente rematado a balazos delante de los médicos.
Durante más de dos días, existió una verdadera “zona liberada”, donde bandas “cazaban” a todo aquel con rasgos de extranjero. El gobierno de Cristina, además de responsable directo de las dos primeras muertes, se hace el que no tiene nada que ver frente a una miseria tal que creó un verdadero campo de refugiados a pocos kilómetros de la Casa Rosada. Macri, por su parte, fogonea la xenofobia, al echarle la culpa de todo a los inmigrantes de los países limítrofes.
Se empezó a escuchar entonces una verdadera ola de repugnantes argumentos racistas. Es imprescindible, entonces, que dialoguemos con todos los trabajadores que expresan dudas, bombardeados por los argumentos.
En realidad, en nuestro país hay menos inmigrantes que antes: en el Censo de 1960, el 13% era extranjero. Este número baja en 2001 al 4,2%. Como mucho, habría un millón y medio de inmigrantes en todo el país. Los insultos, especialmente a la comunidad boliviana, los trata de “vagos” y “delincuentes”. El argumento no se sostiene por ningún lado. La inmensa mayoría de los bolivianos que viven en la zona Sur de la Ciudad de Buenos Aires, y dentro de ellos los muchos que están dentro de la toma del Parque Indoamericano, trabajan, y muchísimo: son superexplotados, por salarios de entre 700 y 800 pesos, en talleres textiles, muchos de ellos clandestinos.
También se los ha vinculado al narcotráfico. Nuevamente es falso: todos los especialistas en el tema insisten que el negocio narco no es la toma de tierras. La villa 20 de Soldati no es zona donde se haya establecido el negocio de la droga, como sí lamentablemente sucede en otras áreas de la ciudad. Tampoco se sostiene el argumento de que los extranjeros son delincuentes: tomando los datos del Servicio Penitenciario Bonaerense, se observa que de 26.092 presos, sólo 58 son bolivianos. La mayor vinculación al delito viene del lado de los punteros políticos del PJ y el macrismo, articulados muchas veces con las propia comisarías de la zona.
Otro de los argumentos es que se le está quitando a los vecinos un “espacio público”, similar a los bosques de Palermo. Falso: el sector tomado era un basural. Cuando entraron los ocupantes tuvieron que desmalezarlo; se encontraron hasta cadáveres descuartizados y se cazan víboras entre los matorrales. Ni Macri ni los gobiernos anteriores se preocuparon nunca por la parquización. Los habitantes de Buenos Aires tienen derecho a espacios públicos, es cierto. Pero los principales “apropiadores de ese espacio” son los amigos de Macri: los clubes, la propia Sociedad Rural, los boliches de la costanera, todos en zonas de altísimo valor adquisitivo.
“Yo pago mis impuestos y la cuota de mi casa”, se escucha decir. Es cierto. Pero los que están en la toma han dicho una y mil veces que están dispuestos a pagar su casa en cuotas. Pero nunca tuvieron esa oportunidad. Muchos abonan hoy alquileres exorbitantes por una pieza en la misma Villa. Con respecto a “los impuestos”, en la Argentina todos los sectores populares, nacionales y extranjeros, sin excepción, pagamos el más injusto de los impuestos: el IVA. Los que no pagan son los millonarios, exentos del impuesto a la herencia, o a la renta financiera.
Lo que ha estallado, en la cara de los gobiernos, tanto de Cristina como de Macri, es la extrema pobreza que se quería hacer “como si no existiera”. En la que viven millones de compatriotas argentinos y, también, esforzados trabajadores inmigrantes, que llegaron buscando un futuro mejor para sus familias. De la misma forma que, hace un siglo atrás, vinieron y se hacinaron en tantos conventillos, millones de nuestros abuelos. Muchos de ellos también fueron tratados de “delincuentes”y “agitadores”.
Compañero lector: el culpable de que tengamos salarios de miseria, de que la salud y la educación estén destruidas, de la marginación y la inseguridad, no es este esforzado hermano inmigrante. Son los grandes capitalistas, con sus negociados, los banqueros que se llevan nuestra riqueza, el gobierno de Macri que gobierna para la ciudad de los millonarios, y el de Cristina, que destina la plata que tendría que poner para las necesidades más urgentes de nuestro pueblo a subsidios para sus empresarios amigos y el pago de la inmoral deuda externa.
Barrabravas: Al servicio de punteros y burócratas
La patota que mató a Mariano Ferreyra estaba compuesta por barrabravas de Racing y Defensa y Justicia. Antes habían estado oficiando de rompe-huelgas durante todo el conflicto de los tercerizados, atacando varias veces a los trabajadores en sus protestas.
Hace unos meses, también se vio la presencia de barras tratando de impedir en la Feria del Libro una presentación donde se denunciaba las manipulaciones y la patota del Indec.
Ahora volvieron a aparecer. Disfrazados de “vecinos” que se oponen a la toma del Indoamericano. Así fue identificado Julio Capella, barrabrava de Huracán, miembro del agrupamiento kirchnerista Hinchadas Unidas Argentinas, que en tal carácter viajó al mundial de Sudáfrica. Capella aparece disparando contra los ocupantes del predio. En los sucesivos ataques, muchos testigos afirman haber visto a sectores de los barras de Chicago y River entre las patotas que hostigan a la gente del Indoamericano.
El día lunes, cuando se produjo otra toma, en un predio pegado a Ciudad Oculta, otra vez irrumpió una patota, tratando de desalojarlos a la fuerza. Se pudo ver como dirigía el ataque, desde el interior de un automóvil, a otro connotado barrabrava de Nueva Chicago: Eduardo “Manzana” Santoro.
Todos estos patoteros a sueldo, verdaderas brigadas que ya utilizan abiertamente armas de fuego, son contratados por punteros políticos y burócratas sindicales. Tanto el PJ en sus variantes kirchnerista u “opositora”, como el macrismo, se apoyan en estas bandas para “manejar el territorio”, muchas veces articulándose con el control del delito, el narcotráfico y la prostitución.
Ayer fue Mariano Ferreyra. Ahora hay cuatro nuevas víctimas. En otros países de Latinoamérica, como Colombia y Venezuela, la contratación de patoteros a sueldo evolucionó hacia el sicariato, donde se asesina por encargo a líderes políticos y sindicales opositores. Tenemos que impedir que ello suceda en la Argentina. Por eso es fundamental la exigencia de juicio y castigo a los responsables materiales e intelectuales de estas muertes.
Con la plata que va para la deuda externa
¡Plan de viviendas ya!
Las ocupaciones hicieron visible lo que las estadísticas del Indec quieren ocultar: que el “modelo de distribución del ingreso” de Cristina mantiene a millones en la pobreza extrema. Todos los estudios ya coincidían que entre 25 y 30% de la población del país era pobre, y que la mitad orillaba la indigencia. Ahora toda esa gente está a la vista, reclamando lo más básico: un lugar digno para vivir.
En el Area Metropolitana Buenos Aires (Ciudad Autónoma más conurbano hay más de 12 millones. De ellos viven en villas de emergencia, según datos oficiales, 2 millones en el conurbano y 210.000 en la Ciudad de Buenos Aires. Según un estudio de la Universidad de General Sarmiento, sólo entre 2001 y 2006 mientras la población del Area Metropolitana creció un 6,6%, la población en villas lo hizo casi un 60%. ¡10 veces más! Tomando todo el país, el 17% de la población vive en villas miseria.
Sólo en la Ciudad de Buenos Aires, el déficit habitacional es de 600.000 viviendas. A la gente que vive en las villas, en hoteles que no reúnen las más mínimas condiciones, o hacinados en casas de familiares, se le ha sumado en el último tiempo un nuevo drama: aquellos que ni siquiera pueden pagar el alquiler de una pieza en uno de esos hoteles o en la villa. Y que terminan, entonces, en los núcleos “transitorios” que surgen y crecen día a día a los costados de las vías de los trenes, o debajo de las autopistas, que ya suman 30.000 personas. Y varios miles, cada vez más, viven directamente en la calle.
Mientras tanto, en medio de lo más crudo del conflicto, el Ministro de Economía Boudou viajó a discutir el pago de la deuda externa argentina con el Club de París. El gobierno de Cristina va a destinar entre 7.000 y 10.000 millones de dólares para los pulpos imperialistas. Si simplemente ese dinero se destinara a un plan de obras públicas que construya viviendas populares (a un costo de 25.000 dólares cada una, utilizando las innumerables tierras ociosas de Nación, Ciudad y Provincia de Buenos Aires), se podrían levantar entre 280.000 y 400.000 casas. Si a esto le sumamos lo presupuestado para el pago de intereses de la deuda (otros casi 7.000 millones), tendríamos la posibilidad de construir otras 280.000 viviendas.
Amigo lector, haga la cuenta. Dijimos más arriba que hay 2.210.000 personas viviendo en villas. Haciendo un cálculo conservador, cada núcleo familiar tiene 4 personas (y todos sabemos que en realidad muchas familias son más grandes, viviendo en el más absoluto hacinamiento). Simplemente dejando de pagar ¡un año! Los intereses de la deuda, y sumándole lo que ahora se le va a pagar al Club de París, estaríamos en condiciones de darle una vivienda a todos los habitantes de las villas de Capital y el Conurbano. El no pago definitivo de la deuda externa permitiría resolver en forma absoluta todo el déficit habitacional (incluyendo también a los sectores populares que, sin habitar en villas, alquilan, viven hacinados, en condiciones precarias o directamente en situación de calle). Es hora de terminar con la retórica, el doble discurso y el “pasarse la pelota” entre Macri y Cristina. La opción es clara: o viviendas o pagar la deuda.
1 comentario:
José Castillo
La idea de un plan de viviendas es muy buena, genera mano de obra y soluciona un grave problema de viviendas, un abrazo
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