domingo, 30 de mayo de 2010

Pago de deuda externa con reservas del Banco Central

20 de enero de 2010

¡Basta de pagar la deuda externa!


Los Kirchner quieren apropiarse del Banco Central. La oposición de Carrió, Duhalde, De Narváez, Cobos y Macri defiende su “autonomía”. Pero ambos están de acuerdo en seguir pagando peso sobre peso a los acreedores. Hay que terminar ya con este cáncer que hace más de 30 años está reventando al pueblo argentino.


Estamos hablando de más 175.000 millones de dólares. Año a año, se destinan recursos superiores a los que van a salud, educación o asistencia social, solamente para “cumplir” con los vencimientos, y seguir “pateando” el grueso de la deuda hacia adelante. O se consiguen préstamos para “pagar los anteriores”. Y así la deuda se va agrandando, cual bola de nieve. Cada tanto aparece un gobernante que promete “terminar” con el tema. Surgen así los “canjes”, que reemplazan deuda vieja por nueva, se entregan nuestras riquezas (como pasó con las privatizaciones durante Menem), o se pagan miles de millones de dólares cash “por única y última vez”, como hizo Kirchner en 2006. ¡Vergonzosas mentiras! La deuda sigue creciendo y transformándose en una hipoteca impagable.



La maldita herencia de la dictadura



La deuda no nació por generación espontánea. Fue la consecuencia económica del genocidio de la dictadura militar. Fue el producto de uno de los negociados más escandalosos de la historia argentina. Se endeudó hasta la quiebra a las empresas públicas, los grupos económicos “amigos” de los militares robaron hasta el infinito, miles de millones de dólares quedaron “registrados” como deuda aunque nunca habían entrado al país. Y, como frutilla del postre, el inefable Domingo Cavallo “estatizó” toda la deuda que habían contraído los grupos económicos privados.



Todo esto está probado y documentado: en el año 2000, el juez Jorge Ballesteros dictaminó que la deuda contraída durante la dictadura militar era ilegítima, remitiendo su fallo al Congreso para que este “tomara las medidas correspondientes”. Por supuesto: desde entonces el expediente duerme en un cajón. Como durmió durante 18 años en la misma justicia generando que el fallo no pudiera condenar a Martínez de Hoz ni a nadie porque “había prescripto”.



Ahora Cristina nos dice que no se puede investigar nada de la deuda porque eso “lo tenía que haber hecho Alfonsín”. ¡Caradura! Radicales y peronistas se pasan la pelota, cuando la realidad es que unos y otros hicieron y hacen todo lo posible por seguir cumpliendo con los acreedores. Es verdad que Alfonsín no investigó nada y siguió pagando. Más aún, puso de Presidente del Banco Central a un ex gerente de la misma dictadura, José Luis Machinea, quien en 1985 estatizó “lo que quedaba” de la deuda privada. Luego vinieron los peronistas, con Menem, y canjearon los papeles impresentables que venían de la dictadura por nuevos bonos y, de paso, se quedaban con las empresas públicas. Y la deuda siguió creciendo. Y cuando ya no había plata ni para pagar el vencimiento del mes siguiente, la Alianza lo trajo de vuelta… a Cavallo, que en un fin de semana hizo un nuevo canje, agrandando la deuda en 50.000 millones de dólares. Fue un negociado tan desprolijo que el propio juez Ballesteros, en otra causa, decidió que era una estafa.



Pero a Cristina parece no alcanzarle. Tiene dos fallos impecables. Tiene también el hecho irrefutable de que la deuda ya se pagó varias veces: llevamos abonados 220.000 millones de dólares. Tiene el ejemplo incluso de países como Ecuador, que, aunque parcialmente, avanzó en una investigación que decidió que la mayor parte de su deuda era ilegítima. Pero los Kirchner eligieron el camino de seguir entregando la riqueza de los argentinos. Ningún gobierno pagó más en efectivo que ellos. Incluso pagaron por adelantado, como cuando le entregaron 10.000 millones de dólares al FMI en 2006, con la excusa (una vez más) que así nos “desendeudábamos”.



De una vez por todas, dejar de pagar



Ahora el gobierno vuelve con la vieja cantinela, copiada de los argumentos del establishment económico, de que es imposible dejar de pagar la deuda, porque “quedaríamos aislados” o “nos embargarían”. Mientras tanto, la pregunta que vale es qué ocurre si continuamos pagando. Porque van más de 30 años donde vemos como aumenta la pobreza, la marginación y como se hunde la educación y la salud públicas. La deuda externa es el gigantesco colador por donde se escapa el esfuerzo del trabajo cotidiano de los argentinos. Y, lo que es peor, por más que se pague, sigue creciendo.



Por eso volvemos a insistir, como dijimos una y mil veces: no hay salida para nuestro país ni para su clase trabajadora sin dejar de pagar la fraudulenta, ilegal, inmoral e impagable deuda externa.



Y, si nos quieren embargar o bloquear, tenemos una herramienta: un llamado a todos los países latinoamericanos para conformar un Frente de Deudores, para pelear juntos contra los grandes acreedores y defendernos poniendo en común los inmensos recursos económicos, energéticos y naturales del subcontinente.



No es un camino sencillo. Pero es el único posible de transitar. A 200 años del comienzo de las luchas por nuestra liberación de España, el no pago de la deuda es el primer paso para lograr nuestra segunda y definitiva independencia.

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