miércoles, 1 de diciembre de 2010

El "asesoramiento" del FMI al Indec y los500 pesos a los jubilados

Boudou se bajó los pantalones


Vuelve el FMI

Menos de una semana después de haber anunciado como un gesto “independiente” que se pagaría al Club de París sin pasar por el FMI, el ministro de Economía confirmó una visita de este organismo para asesorar al Indec

Las mentiras, más tarde o más temprano, tienen patas cortas. A fines de 2005, Néstor Kirchner pagó en efectivo y por adelantado 9.810 millones de dólares al FMI, todo lo que la Argentina le debía al organismo. La justificación del gobierno fue que “ahora sí, dejábamos de depender del Fondo Monetario”. Nada de esto era cierto.

Nuestro país siguió siendo miembro del FMI. Más aún, en los últimos años hubo más de una misión “reservada” de funcionarios del ministerio de Economía para sondear si la Argentina podría acceder a alguno de los nuevos créditos del organismo (supuestamente “blandos”, con menores condicionamientos).

Los gobiernos de Néstor y Cristina, más allá de que formalmente no firmaron un plan con el FMI, cumplieron durante estos años con la más importante de sus exigencias: normalizar la relación con los acreedores externos después del default de fines de 2001. Así se realizó el primer canje en 2006 y, a comienzos de este año, tal como reclamaba el FMI, el segundo canje con los acreedores que no habían aceptado el primero. Hace apenas unos días se avanzó en otro reclamo pendiente: avanzar en cancelar la deuda con el Club de París. Esta última, por casi 7.000 millones de dólares, si se la refinanciaba en varias cuotas hubiera requerido el visto bueno del Fondo. El gobierno argentino optó por negociar un pago casi al contado: como no había nada que refinanciar, el FMI no tiene nada para avalar. Pero fue presentado demagógicamente como un gran triunfo. Los kirchneristas gastaron ríos de tinta explicando que, una vez más, nos habíamos liberado de ese repudiable organismo.

El diablo metió la cola

Existían otras exigencias del FMI. Desde 2007, el organismo viene reclamando “transparencia” en los números que publica el Indec. No porque le preocupe en absoluto que la truchada de índices de precios perjudique a los trabajadores en su lucha por no perder el poder adquisitivo de los salarios. Mucho menos está preocupado por las cotidianas denuncias de atropellos que realizan los trabajadores y técnicos del organismo. Pero sí le interesa que ciertos pulpos de la especulación financiera internacional que han adquirido bonos de la deuda argentina ajustables por inflación, estén cobrando menos por la información falsa que publica el Indec. Por eso viene insistiendo en un “acuerdo de caballeros” con el gobierno argentino: que la intervención siga haciendo lo que quiere internamente, pero elaborar “algo” (otro índice) válido para las relaciones financieras de Argentina con el mundo.

El problema fue que, mientras los funcionarios de Economía estaban gestionando una misión para avanzar en esto de “muy bajo perfil” -casi secreta-, la noticia se filtró desde la burocracia del Fondo y el gobierno no tuvo más remedio que reconocerla. Ahí fue cuando apareció la patética frase de Boudou: “no nos bajamos los pantalones”, que, por supuesto, no se la creyó nadie.

La misión del Fondo será para, supuestamente, brindar asesoramiento en la elaboración de un “nuevo” Indice de Precios al Consumidor (IPC) Nacional. Desde ya anticipa que, bajo ningún aspecto, se discutirá las truchadas hechas en el organismo desde enero de 2007. Se insiste en que se trata de una misión “técnica”, compuesta por expertos en estadística. El planteo no se sostiene por sí mismo. El famoso IPC nacional ya existía, producto del trabajo de los técnicos del Indec hoy desplazados, se había comenzado a construir en 2002 y a publicar en 2005. Fue la actual intervención la que dejó de publicarlo en 2008, ante la evidente diferencia que había entre los números de inflación de las provincias y el índice trucho que publicaba el Indec. En síntesis, no hace falta “ningún asesoramiento técnico especializado”, ni para volver a calcular un índice nacional ni para dejar de truchar el actual. Bastaría con reponer en sus funciones a los trabajadores desplazados por la intervención y volver a la obvia metodología de relevar los precios de toda la canasta de productos que se medía antes, y tomar esos precios de los puntos de venta (supermercados, almacenes y shoppings), no de las “listas de precios oficiales” que publica Guillermo Moreno. Pero lo que le interesa al gobierno es el aval del Fondo para que desaparezca cualquier crítica internacional al Indec.

Para terminar con la intervención del Indec no hace falta ninguna misión del FMI. Bastaría con hacer lo que los mismos trabajadores del organismo vienen reclamando. Lo que ha desnudado este sainete es el doble discurso de un gobierno que despotrica contra el Fondo en las tribunas, mientras sigue cumpliendo lo único que verdaderamente le interesa a los pulpos internacionales: que la Argentina pague, peso sobre peso, su infinita deuda externa.

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Jubilados: ¿500 pesos u 82% móvil?


Cristina demagógicamente anunció un pago “por única vez” de 500 pesos para los jubilados que cobran la mínima. Nadie duda de que nuestros abuelos necesitan desesperadamente ese dinero, “que volará” inmediatamente en compras de remedios, pagos de cuentas atrasadas y, con suerte, algún modesto regalo para los nietos en las fiestas.

Lo que indigna es que el gobierno se disfrace de Papá Noel y lo muestre como un gran gesto de “justicia social”. Hace menos de dos meses Cristina vetó la ley del 82% móvil, o sea, un mísero aumento de poco más de 300 pesos sobre las jubilaciones mínimas. Increíblemente aducía que “no había plata”, mientras a los pocos días anunciaba el pago al contado de la deuda pendiente con el Club de París: el total del aumento a los jubilados planteado por la ley costaba, en términos anuales, menos que ese pago a los usureros. Mientras tanto, las cajas del Anses y del Pami se siguen usando para financiar pagos de deuda externa.


Al mismo tiempo, decenas de miles de abuelos se ven obligados a hacer juicio para que le liquiden la jubilación como se debe. Cuando los fallos salen a su favor, el gobierno los apela, apostando miserablemente a que pase el tiempo y los demandantes, muchos de avanzada edad, mueran. ¡Es hora de terminar con el manoseo a los jubilados y hacer justicia de una vez con nuestros viejos, otorgándoles un aumento digno y reconociéndoles lo que constitucionalmente les corresponde: el 82% móvil!

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